domingo, 12 de agosto de 2007

Dos años en lista de espera


Mi querido chiquitín:

Hoy es un poco más duro que otros días en reflexionar y ponernos a escribir. Hoy se desbordan los sentimientos. Y son muy dispares.
Empezamos la andadura de la adopción a mediados del 2004. Desde que mamá y papá se conocieron y se gustaron querían estar juntos y formar una familia. Unidos por lazos de amor, comprensión, tolerancia, paciencia y respeto.
Nos daban igual las convencionalidades (el máximo de nuestra pareja es el amor, tolerancia y respeto). Y en un futuro queríamos tener hijos. Eran finales del 92. Olimpiadas de Barcelona (Ciudad natal de papá). Y ya pensábamos en la adopción: "Si no tenemos hijos biológicos, adoptaremos". Jamás pensamos que sería una frase providencial.
Y siempre digo que las cosas suceden por un porqué. Pero cuando se trata de nosotros.... no hay veces que no lo veo.
Nos casamos en el 99, y en el 2002... no pudimos tener hijos biológicos. Y la vida nos regaló la opción de la adopción. Porqué esta opción es un regalo (del Cielo, de la vida, de la providencia...). Siempre he pensado que los lazos que se establecen con las personas son fruto del amor, del cariño, no de la sangre. No he entendido jamás la llamada de la sangre (sólo la llamada del amor entre padres e hijos, o entre personas que se quieren).
Es decir, que la adopción apareció de forma natural, caminando, paseando por los caminos azules de la vida, caminando por los renglones torcidos de Dios, por los estadios de la vida.
En España nos dijeron que iniciáramos los trámites en el país (eran de ocho años, actualmente entre tres y cuatro años), y en Colombia,diez meses (hoy entre 3 y cuatro años). Y se alargaron los plazos, un mes, dos meses, quinze meses....
Crecer, adaptarse, comprender, aprender, vivir... ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Y lo conseguimos!!!!!!!!!!!!!.
Presente y a la vez tan, tan, tan ausente.
Después de unos días de descanso, de paz, de desconexión con las vacaciones.... los ánimos están renovados (pero llenos de miles de sentimientos, los sentimientos no desaparecen nunca, aunque los escondas, nunca, no te traiciones con lo que sientas hijo/a mía).
Las ganas de ser padres son las mismas que el primer día, las ilusiones, los sueños son los mismos. Pero estamos cansados de esperar. Muy cansados.
Pasan los días, los meses, los años, y todo pasa en cuentagotas. Como en un reloj de arena, en el que ves como caen poco a poco los granitos, lenta e inexorablemente.
Mudan los árboles, pasan los pájaros, cambian las estaciones, crecen los niños... Y continuamos esperando.
Ya sabes hijo o hija mía, te esperaremos lo que haga falta. Es nuestro sino. Cansados, pero te esperaremos (viviendo, trabajando, estudiando, imaginándote...).
Dos años en Colombia, en España casi tres años, y no sabemos hacia dónde estira el HILO DEL AMOR. Pero si sabemos que te queremos incondicionalmente, impacientemente, con el alma y el corazón.
Papá y Mamá.